martes, 11 de septiembre de 2012

LA HUELGA MAGISTERIAL ES POR DEFENDER LA LEY DEL PROFESORADO, POR LO TANTO LA HUELGA ES CONTRA EL SISTEMA CAPITALISTA


LA HUELGA MAGISTERIAL ES POR DEFENDER LA LEY DEL PROFESORADO, POR LO TANTO LA HUELGA ES CONTRA EL SISTEMA CAPITALISTA

La problemática magisterial no esta al margen de la pobreza, la exclusión y la marginación que hoy existen en el Perú son producto de la injusticia y desigualdad en la que se basa el sistema capitalista. Hoy los maestros y maestras están en huelga para defender sus derechos que pretenden ser arrebatados por el gobierno a través del proyecto de Ley de Reforma Magisterial. Pero por que son necesarios los derechos de las personas o para que sirven: ¿paliar la pobreza existente o eliminarla?, ¿redistribuir la riqueza o socializarla?, ¿reducir la precariedad existente o eliminarla?, ¿cubrir los niveles de subsistencia o potenciar la autorrealización del individuo?, etc.

En la tradición sindicalista la formulación y reivindicación de derechos concretos se ha concebido como una lucha permanente por arrancar mayores cuotas de seguridad y libertad para las clases populares y trabajadoras, promoviendo con ello mayores posibilidades de autoorganización y preparación con el fin de elevar la conciencia de cambio y de autogestión social de la economía. El planteamiento de los derechos no es pues un planteamiento jurídico o institucional, más bien consiste en una estrategia de progresiva apropiación social de la responsabilidad colectiva en la garantía de la igualdad de todos y todas, como premisa y condición necesaria para el desenvolvimiento de la máxima libertad de los individuos. Una cita clásica, bastante repetida antaño pero no siempre suficientemente comprendida procede de Bakunin:

 

“No soy verdaderamente libre más que cuando todos lo seres humanos que me rodean, hombres y mujeres, son igualmente libres. La libertad de otro, lejos de ser un límite o la negación de mi libertad, es al contrario su condición necesaria y su confirmación. No me hago libre verdaderamente más que por la libertad de los otros, de suerte que cuanto más numerosos son los hombres libres que me rodean y más vasta es su libertad, más extensa, más profunda y más amplia se vuelve mi libertad. Es al contrario la esclavitud de los hombres la que pone una barrera a mi libertad, o lo que es lo mismo, su animalidad es una negación de mi humanidad, porque –una vez más- no puedo decirme verdaderamente libre más que cuando mi libertad, o, lo que quiere decir lo mismo, cundo mi dignidad de hombre, mi derecho humano, que consisten en no obedecer a ningún otro hombre y en no determinar mis actos más que conforme a mis convicciones propias, reflejados por la conciencia igualmente libre de todos, vuelven a mí confirmados por el asentimiento de todo el mundo. Mi libertad personal, confirmada así por la libertad de todo el mundo, se extiende hasta el infinito”.

(Bakunin, “Notas sobre Rousseau”)

 

Por lo tanto, desde esta perspectiva los derechos en general, se miden siempre en función de su capacidad y alcance en la extensión de la libertad de cada cual. Los derechos, desde esta perspectiva, son en primer lugar y ante todo principios éticos de justicia e igualdad social, pero que deben configurarse siempre como reivindicaciones concretas e inmediatas orientadas a la consecución de la máxima libertad de conciencia, pensamiento y acción de los individuos. Son, pues, los derechos valores para la acción social y la confrontación colectiva en pro de la dignidad humana, entendida como utopía libremente construida y mutuamente acordada. Este debe ser, por tanto, nuestra premisa y nuestro horizonte.

 

La lucha por los derechos es dual: es una lucha contra el Estado, en tanto que todo derecho transferido al individuo es una limitación impuesta al poder autárquico del Estado y reapropiado por la sociedad en su conjunto; pero es al mismo tiempo una lucha para que el Estado no desvíe, manipule o gestione tales derechos en función de los intereses de los empresarios capitalistas que lo sustentan.

 

En cualquier caso no debemos perder de vista que siempre el reconocimiento de un derecho supone la abolición de un privilegio, lo que significa que se ha conseguido mediante el conflicto y la lucha social. Del mismo modo en tanto que cualquier derecho social adquirido supone:

 

“transferencias de recursos de los más pudientes a los más desaventajados, sólo pueden  pensarse a partir de limitaciones al derecho de propiedad”.  (Informe Observatori DESC )

 

Los derechos han de concebirse como derechos contra el capital en sus múltiples formas. Cualquier mínima limitación del poder del mercado y de la propiedad privada como relación de poder dominante será bienvenida siempre que suponga una real y efectiva transferencia de poder de gestión de los empresarios (actualmente multinacionales) a manos de la sociedad en su conjunto, y de los trabajadores y trabajadoras en particular. Los derechos laborales deben colocarse como permanentemente enfrentados a los privilegios –que no derechos- patrimoniales de quienes detentan el poder económico y político, sólo de este modo estaremos cuestionando activamente el sistema capitalista existente.

 

Para ello es necesario medir todo derecho ganado en términos de recursos y servicios efectivamente implementados en pro de la satisfacción de necesidades socialmente definidas y gestionadas. Todo derecho debe ser concebido como un espacio de confrontación anticapitalista.

 

Sin embargo, resulta al menos paradójico cómo en el momento de mayor ataque por parte del Estado y del Capital a los exiguos derechos adquiridos en lo laboral y en lo social, los sindicalistas caen el fácil juego del capitalismo de reducir progresivamente el alcance de los derechos, tan es así que aceptan la eliminación de la estabilidad laboral absoluta por la estabilidad relativa e insulta la inteligencia al decirnos que es una reactualización del derecho y le denominan “reconversión laboral”.

 

Al hacerlo no están claro si su acción sindical está encaminada a defender derechos o limitarlos, cuando la tarea es profundizar y ampliar el derecho laboral. Ante la arremetida del proyecto Ley de Reforma Magisterial la única bandera de lucha es la defensa y vigencia de la Ley del Profesorado. La propuesta del Estado es maestros sin derechos y sumisos. La propuesta del magisterio es respeto de sus derechos y libertad de enseñanza. La confrontación esta dada, de la consecuencia y claridad de los contrincantes depende quien triunfe.

 

LA INJUSTICIA GANA UN RATO, PERO LA JUSTICIA VERDADERA TRIUNFA AL FINAL

 

Ángel Agustin Salazar Piscoya

DECANO NACIONAL

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